El Acorazado Potemkin y "Una aproximación dialéctica a la forma del cine" (Sergei Eisenstein)
- Alexandra Pedraza
- 18 sept 2014
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 8 jun 2021

El texto de Eisenstein desmiente la percepción antigua en la que el montaje era tan solo una preocupación técnica, ligándola ahora a todo un campo de posibilidades en la que juega un papel fundamental en la construcción dramática y argumental del audiovisual. El autor habla de cómo se puede mostrar acción a partir el montaje, desde su práctica más elemental con la muestra de dos tomas en las que en una primera se observa una diagonal, y en la otra se observa esta diagonal trazada en una posición que permite pensarla como la proyección de la primera, dando así noción de movimiento, hasta la unión de escenas principio-fin, en las que se muestran directamente dos tomas en las que se omite el transcurso de lo que llevo a la primera terminar en la segunda, pero que visualmente le permite al espectador intuirlo, dadas las condiciones del contexto en las que aparecen. El montaje también permite el enlazamiento de imágenes sin un sentido lógico directo entre sí pero con alto contenido simbólico, así como la relación con los subtítulos y su transición de una problemática informativa a un elemento que se forma espacialmente en el conflicto de la toma.
El Acorazado Potemkin, film de Eisenstein, se resuelve utilizando gran medida de las formas que explica este en su texto; cuando los tripulantes del acorazado se revelan ante la próxima ejecución de varios de ellos por su inconformidad con las precarias condiciones en las que vivían, aprisionan al superior que afirmo que la carne que comían no estaba en malas condiciones, y lo lanzan por la borda. Seguido a esto, aparece la imagen de la carne agusanada, y el subtítulo “Que te devoren los gusanos”. Se presenta tanto el enlazamiento de imágenes que no comparten una misma naturaleza pero si un mismo contexto, lo que proporciona un significado simbólico, y la inclusión del subtitulo como dialogo dramático que enfatiza la connotación que va más allá de una muerte ordinaria entre una revuelta. En otra escena, aparece la superposición de tres tomas donde se observa una estatua de un león dormido, despierto y levantado, la forma en que se desarrolla el montaje permite una noción de movimiento, y las imágenes, siendo de otra naturaleza a la de las tomas de la revuelta de la gente de la ciudad, permiten pensar en el despertar de los subyugados ante sus opresores. De esta forma se siguen resolviendo varias problemáticas en el film que, por medio del montaje, logran un sentido diferente, más apropiado para los efectos últimos ante el espectador.
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