Koyaanisqatsi (Godfrey Reggio) y la visión de Dziga Vertov
- Alexandra Pedraza
- 29 nov 2014
- 2 Min. de lectura
La construcción audiovisual del cine ojo, según Dziga Vertov, registra la realidad, toma de ella lo más característico y organiza dichos fragmentos en un orden rítmico visual y una formula cargada de sentido, evidenciando así el “yo veo” desde la propuesta del montaje continuo y su efecto desde la elección del tema, la observación de este y el establecimiento final del orden de asociaciones de imágenes. En este sentido, los kinoks se sirven de las propiedades del material y el ritmo interior de cada una de las cosas que registran para organizarlas desde una perspectiva que no acomoda la realidad para satisfacer las necesidades de un guion sino viceversa, teniendo en cuenta siempre la perspectiva del “yo veo” no como un imperativo deformador de lo que se registra sino como un ente sensible a las condiciones propias de la realidad que impactan su percepción. Godfrey Reggio se apropia del “yo veo” al realizar este registro de la realidad y estas asociaciones de imágenes en el documental Koyaanisqatsi; si bien no depura las asociaciones con la música, que aparecen en su totalidad con la narración conjunta con la banda sonora y en la construcción del material visual, evidenciado en la velocidad de las tomas, el ritmo en que se yuxtaponen y las melodías que crea la propia imagen, si utiliza este principio del cine ojo que posibilita la realización de observaciones y una re organización de lo registrado, logrando una verdadera postura a favor de la acción por los hechos, y no de la acción de la ficción, que re significa al cine como una explicación del mundo visible ante lo invisible para el ojo humano.
Koyaanisqatsi es un poema visual basado en las conclusiones de las observaciones de la realidad, es un registro de la vida tal como es, organizado posteriormente para dar lugar a esas observaciones que son llevadas al espectador por medio de las relaciones de imágenes y de los ritmos y la narración por medio del material visual y sonoro. Utiliza la repetición y la cámara lenta como una herramienta para subrayar al protagonista y el ritmo como un complemento de la actuación antagonista del hombre; mientras las imágenes de un mundo sin la presencia humana son serenas dentro de su magnificencia, poderosas, bellas y poéticas, las imágenes del mundo absorbido por las necesidades suntuarias humanas son rápidas, intermitentes, frágiles dentro de sus cortas apariciones. Nos muestran un mundo cobarde que subsiste por el artificio tecnológico y no por su naturaleza preponderante. Koyaanisqatsi no es solo la muestra de “life out of balance”, sino también es advertencia para el espectador, es anticipo de su fin y prueba de la desviación de su origen; el hombre es una plaga que se revela contra su fuente vital sin ninguna razón, creando un nuevo mundo suntuario y creando también falsas necesidades en él, respirando y viviendo en torno a estas, siendo absorbidos por esta dimensión tecnológica como una trampa de autodestrucción que ha creado inconscientemente.
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